sábado, 7 de mayo de 2016

El 10 de abril en Idomeni

La noche de antes nos habíamos quedado a dormir en el campo. No se duerme para nada bien, hace frío, humedad y el terreno es completamente desigual. Luca y yo dormimos en el Hammam con un edredón que nos habíamos traído de la casa donde nos alojábamos, unas tres mantas del Hammam y con toda la ropa puesta (chaquetas incluidas). Aún así pasamos frío. Usamos unas toallas a modo de colchón (al igual que la mayoría de las familias no teníamos colchoneta), pero aún así no había manera de hacer ese suelo medianamente confortable. Hay familias que llevan durmiendo así MESES, niños y ancianos incluidos.

Amanece con niebla.

Empezando el fuego para calentarse y preparar el desayuno.

Nos despertamos a eso de las siete. La noche de antes había corrido el rumor de que a las nueve los refugiados se iban a reunir junto a la frontera para intentar cruzar, así que decidimos ir a ver de qué iba antes de abrir el Hammam.







En la zona de las vías había un montón de gente reunida. En la parte de delante había hombres mayoritariamente y detrás familias, mujeres y niños, con todo a cuestas. Durante un rato estuvieron de reunión en la parte de delante, pero la cosa estaba muy tranquila. Nosotros nos quedamos ahí, estuvimos con mi amiguita Uzur, con otros voluntarios, otras familias… y a las once nos fuimos para abrir el Hammam.

Jugando con mi amiguita Uzur.

Observando el movimiento.



Esperando para cruzar.
Si quieres cruzar la frontera no puedes dejar a nadie atrás, eso incluye al osito.




El Hammam no llegó a abrir ese día.

Apenas diez minutos después de llegar nosotros escuchamos “puuuum!”. En unos segundos vimos a una madre con sus dos hijos a cuestas venir corriendo hacia el Hammam, llorando, muy nerviosa. Todo el mundo le dice que se quede tranquila con nosotros. Otras madres, asiduas del Hammam, empiezan a venir también.
No recuerdo cómo nos empezó a llegar información de que el ejército macedonia estaba gaseando a todos los que estaban cerca de la frontera y de que había gente bastante afectada por el gas. Luca y yo nos pusimos una mascarilla, cogimos aguas y fuimos para allá.

La mayoría de la gente estaba concentrada en la zona de las vías aún, un poco antes del campo que toca la frontera. En ese campo es donde estaban tirando el gas, había menos gente pero aún así… era mucha gente. La mayoría eran hombres, pero también había mujeres, niños y gente mayor. Otros voluntarios nos dieron zumo de limón y lo estuvimos repartiendo junto con el agua. No recuerdo la cantidad exacta de proyectiles de gas que estaban tirando, pero aproximadamente diría que tiraban uno cada veinte segundos: era cargar, disparar, volver a cargar y así. Los refugiados que estaban en primera línea actuaban muy rápido, en cuanto caía un proyectil se apresuraban a taparlo con una manta. Pese a eso no llegaban a taparlos todos y muchos de ellos no podían evitar respirar el gas muy de cerca. Hubo que sacar a mucha gente en brazos y corriendo de ahí, tanto por intoxicarse con el gas como por haberle caído uno de los proyectiles en la cabeza.




Cuando se nos acabó el agua volvimos al Hammam a por más. De camino pasamos por la zona en la que estaban mi amiguita Uzur y su familia, quería ver si estaban bien. Les puse limón en el pañuelo que usaban para taparse la boca y la nariz para paliar un poco los efectos del gas, ya que se empezaba a notar en el ambiente. Hice eso con ella, su madre y su hermanita, de no más de dos años. Surrealista.

En el Hammam llenamos cada uno una bolsa de basura de botellas de agua y nos fuimos otra vez para la frontera. De camino nos encontramos con uno de nuestros compañeros, estaban trayendo entre varias personas a la carpa médica a una chica que se había puesto DE PARTO. Me gustaría haberles acompañado, pero tenía claro hacia donde teníamos que ir para hacer algo útil, al fin y al cabo no somos sanitarios y en la carpa médica ya había gente para atenderla.

Cuando llegamos otra vez a la zona de la frontera la situación era peor que antes, el ambiente estaba cada vez más cargado y más gente salía intoxicada o con la cabeza abierta por un proyectil. Nosotros seguimos repartiendo aguas y zumo de limón. El ejército de Macedonia empezó también con las balas de aturdimiento y las pelotas de goma… los refugiados respondieron tirando piedras al otro lado de la valla.

Estuvimos un rato así hasta que me vino una ráfaga de gas. Me entró un ataque de tos, respirar se me hacía cada vez más difícil y la visión se me estaba nublando… así que tuvimos que salir. He de destacar que en esos momentos muchísimas de las personas que estaban ahí con nosotros me intentaron ayudar, me pararon por lo menos veinte personas preguntando “you ok?”y un señor me puso una cebolla en la nariz para que la oliera (no tenía idea de ese remedio hasta la fecha).

Foto: Patri Vidal

Foto: Patri Vidal.

Foto: Patri Vidal.

Ejército macedonio "invadiendo" Grecia. Foto: Patri Vidal.

Parte del arsenal que tiraron,




Atendiendo a un chico afectado por el gas.


Volvimos al Hammam. Me había ido recuperando un poco por el camino, pero aún así me sentía como enferma, mareada, desorientada, muy cansada. Luca me “obligó” a sentarme en la puerta del Hammam, para que me recuperara y eso, mientras él iba a montar un partido de fútbol con unos niños de los que rondaban por el Hammam, había que distraerles todo lo posible del horror. Evidentemente, en cuanto se fue me puse a hacer cosas. Busqué los cuadernos, los rotuladores y las pegatinas que habíamos comprado el día anterior y empecé a organizar a los niños para que pintaran. Improvisé unas especie de alfombras con bolsas de basura grandes para que se pudieran sentar en el suelo a dibujar sin ensuciarse.

No me dieron tiempo ni de poner la bolsa en el suelo, vieron un cuaderno y unos rotuladores y directos a dibujar.
Aquí se ve mi "alfombra improvisada".

Estuvimos un rato así hasta que llegó un flujo importante de gente herida y afectada por el gas a la carpa médica, tuvimos que apartar a los niños para despejar la entrada. No sabría decir la cantidad de gente que llegó…era simplemente demasiada. Un padre llegó con su hija de 5-6 años en brazos, la niña estaba inconsciente y con lo que a simple vista parecía espuma que le salía por la boca. De mientras yo estaba con los niños, aguantando el tipo como podía. Y oh, me olvidaba, la chica que se puso de parto estaba dentro del Hammam atendida por sanitarias, esperando a que se la llevaran al hospital.

Atendiendo a una de las muchas personas heridas que llegaron a la carpa médica.

Después de un rato así la cosa se calmó un poco, tal vez el ejército macedonio hizo una pausa tardía para comer. Durante ese rato estuvimos más tranquilos, con nuestros amiguitos y otros voluntarios intentando recomponernos un poco.


Muero de amor.

Muero de amor, el regreso.

<3


Cuando la pausa se acabó volvieron los gases, cada vez más cerca de las tiendas. Durante un rato pensé que llegarían a gasear el Hammam, y eso que está en una de las zonas más alejadas de la frontera. Más y más gente se desplazaba con todo a cuestas para alejarse lo máximo posible de la frontera y los gases.


Nos fuimos de Idomeni caída la tarde, al día siguiente teníamos que ir a Thessaloniki a coger el avión de vuelta. No quería ni pensar en que el día siguiente ya no íbamos a estar en el Hammam. 

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